La litiasis renal coloquialmente conocida como piedras en el riñón es la aparición de cálculos en el sistema urinario excretor. Constituye la 3ª patología urológica más frecuente después de las infecciones y la patología prostática. La prevalencia en España es del 4,2% (1.600.000 pacientes), con 105.000 casos nuevos cada año, en comparación con el 10-15% europeo o el 13% norteamericano, muy probablemente ligada a los diferentes patrones alimenticios existentes entre estas regiones. Se postula que una dieta rica en proteínas favorece la aparición de la litiasis renal.
La recurrencia de formación de cálculos en personas no tratadas es del 15% en un año, alrededor del 50% al cabo de 5 años y del 80% a los 25 años. A lo largo de los últimos cien años se ha observado que la incidencia aumenta coincidiendo con los periodos de mayor desarrollo económico y en los países más industrializados, probablemente en relación con hábitos dietéticos como baja ingesta de líquidos, excesiva ingesta de proteínas, sal y oxalatos.
El 60-70% de los casos de litiasis renal se solucionan espontáneamente (expulsión del cálculo) y el 30-40% restante precisa actuación urológica, entendiendo como tal la litotricia extracorpórea, la cirugía endoscópica, la cirugía abierta o combinaciones de ellas. El 55% de los pacientes con cálculos recurrentes tiene una historia familiar de nefrolitiasis.
Es más frecuente en hombres (3:1), entre los 30 y 50 años de edad, y en pacientes de raza blanca más que en asiáticos, y en éstos más que en la población negra. También se observan más casos en zonas de clima cálido y árido que en climas templados.
Las se pueden definir como depósitos de sustancias químicas, normalmente sales minerales que habitualmente están disueltas en la orina alrededor de un núcleo de material orgánico o núcleo litógeno.
Dicho núcleo está formado por cuerpos extraños (gérmenes, coágulos), presentes en la orina, sobre cuya superficie precipitan otras sustancias orgánicas también presentes en ella.
Con el paso del tiempo, los depósitos tienden a hacerse cada vez más grandes, o se forman otros. Con el aumento progresivo de volumen, el cálculo puede acabar por llenar el cáliz o la pelvis renal. Si el cálculo es muy pequeño puede ser expulsado a la vejiga, y desde aquí, en un segundo tiempo, al exterior con la orina.
Hablamos de arenilla cuando las piedras son de pequeño tamaño pero muy numerosos, y que sedimentan en la orina apenas emitida.
¿Qué tipos de cálculos renales podemos encontrar?
El contenido de los cálculos puede ser:
Piedras de oxalato cálcico: Representan el 55-60% de los casos.
Piedras fosfato cálcico: Representan el 10-15% de los casos. Las causas de su producción en ambos casos pueden ser: beber poca agua, exceso de calcio en las comidas o por herencia familiar. Este tipo de cálculos se visualizan en las radiografías, es decir son radiopacos.
Piedras de ácido úrico: Son menos frecuentes (5-10%) y se producen cuando la orina se acidifica. Estos cálculos no se ven en la radiografía, por ello para poder observarlos se precisa de la aplicación de contrastes o la ecografía.
Piedras de estruvita; fosfato amónico magnésico: Representan el 10-15% de los casos y se suelen asociar a infecciones renales. Este tipo de cálculos también son radiopacos, es decir, visibles en una radiografía.
Piedras de cistina: (1-3%) aparecen si existen enfermedades asociadas a alteraciones del metabolismo de la cistina.
SÍNTOMAS
La sintomatología va a depender; del tamaño, de la composición y la situación en el aparato urinario de los cálculos.
En la mayoría de ocasiones puede aparecer:
Dolor lumbar, de inicio generalmente brusco e intensidad creciente.
Aparición de sangre en la orina (Hematuria) que puede ser visible a simple vista o a veces microscópica. Esta presencia de sangre en orina estaría causada por las lesiones que produce el cálculo al pasar por las diferentes estructuras del sistema urinario.
Infecciones de orina.
Hablamos de cólico nefrítico cuando los cálculos al salir del riñón. producen un taponamiento de la salida de orina del riñón. Se caracteriza por producir un dolor muy intenso en la zona de los riñones o espalda baja irradiándose hacia el abdomen anterior y hacia los genitales. Es un dolor intermitente que no se alivia y se asocia a nauseas, vómitos, sudoración y sensación de hinchazón abdominal.
Tratamientos
El tratamiento de las piedras en el riñón puede requerir el abordaje a varios niveles, empezando por el alivio del dolor causado por los cálculos, habitualmente mediante antiinflamatorios no esteroides asociados o no a fármacos espasmolíticos, e incluso analgésicos opiáceos en función de la intensidad del dolor.
En general, las piedras cuyo diámetro es ≤ 4mm pueden ser eliminados de forma espontánea. En base al tamaño, la localización y la forma de la piedra, se hará necesaria su eliminación de forma artificial, y en general se estima que por encima de los 6-7 mm de diámetro, es necesaria la extracción del cálculo.
Para ello es necesario recurrir a diversas técnicas:
Desintegración desde el exterior mediante ondas de choque; este tratamiento se denomina litotricia extracorpórea. Mediante este método se rompen los cálculos en pequeñas fracciones que se pueden expulsar más fácilmente. Es un tratamiento que resulta eficaz en el 90% de los casos.
Nefrolitotomía percutánea (NLPC): este procedimiento se emplea principalmente en caso de cálculos de mayor tamaño que provocan obstrucciones severas del flujo de orina. Consiste en la introducción de un endoscopio a través de una pequeña incisión en la piel, por medio del que posteriormente se tritura y elimina el cálculo.
Ureteroscopia (URS): Se emplea tan solo en el caso de piedras localizadas en el tercio inferior del uréter. Hoy en día este es un método poco usual.
Extracción quirúrgica.
La mitad de las personas que han sufrido una piedra, vuelven a tener otro antes de 10 años.
Mediante la adopción de las siguientes medidas podemos prevenir la aparición de nuevos cálculos renales:
Ingesta de 2,5 litros de líquido diarios. (En pacientes con enfermedad renal crónica será preciso consultar en función del estadio de la enfermedad renal) De esta forma se diluye la orina y se evita que se sature de las sustancias que forman las piedras.
Lo adecuado es distribuir la cantidad de líquido durante todo el día (24 horas), ya que por la noche también puede aumentar la concentración de dichas sustancias
Alimentación equilibrada y variada: Una alimentación equilibrada y rica en fibra potencia los efectos beneficiosos.
Práctica de ejercicio físico de forma regular. El sedentarismo si es muy acusado, propicia la aparición de piedras. La postración en cama durante un periodo prolongado, por ejemplo debido a una enfermedad grave o a una edad avanzada, hace que el cuerpo extraiga el calcio de los huesos, originando osteoporosis, incrementándose así la concentración de este mineral en la orina.
Evitar las infecciones urinarias y tratarlas correctamente si aparecen.
“Algunas plantas se han revelado útiles para la disolución de los cálculos renales y para prevenir sus recurrencias. Su uso, avalado por la tradición y los estudios científicos, puede proporcionar una alternativa natural a los remedios ya conocidos, como es el caso de la Herniaria conocida como rompepiedras”.
Posibles complicaciones
Cuando los piedras obstaculizan el flujo de la orina, la nefrolitiasis puede derivar en complicaciones como:
- Obstrucción de las vías urinarias, permitiendo que las bacterias penetren con mayor facilidad y desencadenen infecciones de las vías urinarias (cistitis) y de los riñones (nefritis intersticial).
- Fiebre.
- Escalofríos
- Molestias al orinar.
- Dolor intenso en la zona de los riñones. En los casos más graves, puede pérdida irreversible de la función renal en los casos más graves.
El papel de las plantas en la prevención y tratamiento de cálculos renales y arenillas rompepiedras”.