[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row custom_padding=»0px|0px|5px|0px» custom_margin=»0px|0px|0px|0px» background_color_1=»#3e5062″ _builder_version=»3.0.100″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat» custom_css_main_element=»width: 100% !important;||max-width: 100% !important;»][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.0.47″ background_color=»#3e5062″ parallax=»off» parallax_method=»on»][et_pb_text background_layout=»dark» _builder_version=»3.0.100″ header_letter_spacing=»5px» custom_margin=»30px|30px|56px|10px» custom_padding=»|||» custom_css_main_element=»width: 100% !important;||max-width: 100% !important;»]Los riñones reciben gran cantidad de sangre, que contiene agua con muchas sustancias disueltas o en suspensión, a través de sus arterias. La sangre circula constantemente por los dos millones de pequeños filtros (llamados glomérulos) que contienen los riñones. En los glomérulos es donde se filtra ese líquido que dará origen a la orina final que eliminamos. Según las necesidades de los riñones concentran más o menos la orina. Los productos que tiene que eliminar son, sobre todo, los restos no útiles de las proteínas que contienen los alimentos y que se han utilizado para la renovación continua de la estructura corporal: músculos, sangre, huesos, etc. Los desechos más abundantes, incluidos en la orina, y que se solicitan más ea menudo en los análisis son: urea, creatinina, ácido úrico, calcio, fósforo y otros.
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